miércoles, 16 de mayo de 2012

LOS NOMBRES DEL CALLEJERO


(Artículo perteneciente a la selección “Torre del Faro”, publicada en 1992)


         Eso de bautizar las calles, las plazas y las barriadas con nombres de personajes de la vida política y autoridades de la administración o del municipio es algo que nunca me ha gustado. Porque pienso que la importancia de las personas cuyos nombres sirvieron para el bautizo de los lugares, puede ser transitoria, cuando no efímera o breve, y ahí quedan esos nombres para siempre, sin que dichas personas merecieran de verdad esta especie de inmortalidad.

     El pueblo bautiza muchas veces a una calle o a una plaza o a una barriada en un impulso de espontaneidad, queriendo identificar a los lugares por algo específicamente suyo que no se da en otros. Así, aquí en Ceuta tenemos el Rebellín, la Brecha, el Puente, la Botica, la Marina. Villajovita, la calle Real, la Almadraba, el Obispo, el Sarchal, el Morro, las Palmeras, la Puntilla, Maestranza el Recinto, el Ángulo, las Puertas del Campo, la calle Larga, la Muralla, Otero, etc., nombres todos de solera ceutí, y que a pesar de que a esos lugares se les han dado otras nominaciones oficiales, nunca se les dejó de nombrar familiarmente de aquella manera, que el pueblo y la vida les asignaron.

     Mi amigo el Concejal anda estos días dándole vueltas en su pensamiento a esta cuestión de los nombres del callejero. Y yo, por ayudarle en sus cavilaciones, me he atrevido a sugerirle algunos para bautizar o rebautizar lugares. Se me han ocurrido nombres que nada tienen que ver con la política ni con los personajes oficiales de ningún momento. Nombres de la naturaleza, de benefactores de la humanidad, o de artistas, escritores, científicos que alcanzaron la inmortalidad. Incluso nombres de ideas abstractas, como la Alegría, la Esperanza, la Unión, la Paz, etc. Pero mi amigo se ha escandalizado un poco por mis sugerencias porque no están en línea con la actitud que viene siendo tradicional desde hace mucho tiempo.

     -¿Pero es que tú te crees -me dice- que a una calle se le da un nombre sólo para que se llame de alguna manera? ¡Hay que dar a las calles, plazas y barriadas unos nombres que perpetúen la memoria de personas a las que la ciudad deba algo o que hicieron algo grande por ella!...

     Y yo le contesto que estoy de acuerdo, pero sólo en parte. Pues repaso mentalmente el callejero de Ceuta y encuentro nombres que me hacen dudar de la razón de sus merecimientos.

     Las calles y los demás lugares públicos deben servir para honrar con sus denominaciones a aquellas personas que de verdad merezcan ser recordadas siempre. Por su vida ejemplar. Por su entrega a la ciudad. Por sus obras artísticas y creativas. Por su heroísmo o por su santidad. Porque, en definitiva, tanto los honores como los premios deben ser merecidos por quienes los reciben, y no sólo otorgados por la simple voluntad de quien los concede.

     Esta es mi opinión, claro. Muy discutible, por supuesto. pero es la mía. Y, afortunadamente, los nombres de nuestras calles, plazas y barriadas no van a depender nunca de lo que yo opine, pues si así fuera, seguro que cambiaría más de un rótulo. Pues en esto pasa también que "ni están todos los que son, ni son todos los que están".







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